jueves, 21 de julio de 2011

Las paraguayas nos salvan


Copa América de fútbol discreto, de ráfagas, de momentos. No tan corto como lo que dura un debutante o lo que ha durado el ministro Echeverria en energía (Nada de tonto prefirió regalar su estatus político, antes que hipotecar sus negocios), pero han sido de la brevura que dura un amor nocturno.

A las instancias finales no han llegado los mejores exponentes de un fútbol divertido y apto para la vista, por el contrario, llegaron los equipos más duchos a la hora de un resultado, de más tensión y empuje, ha sido una suerte de premio al esfuerzo que tanto repudiábamos en el colegio, más que una muestra fina de lo sublime de un deporte, más una guerra que un arte.

Uruguay, el probable campeón, tal vez tenga una cuota de excepción, no por el lucimiento de su fútbol, más bien porque no es un desarrollo pobre. Es pragmático, pero con oficio y con buenos momentos de fútbol. Digamos que Uruguay es un equipo inteligente, trabajado y con oficio, un galán de 40, sin tanta gracia, pero con plata y las cosas claras.

No es mucho lo que se puede rescatar en estética de esta versión de la copa, sí podemos rescatar la paridad del resultado y lo "peludo" que se ha puesto el fútbol en este lado del charco. Ya no es talentoso ni elegante, es difícil. Como diputado conservador (Izquierda y derecha), pocas ideas, pero tozudo (Le llaman convicción).

De lo poco que hemos mirado con atención son esas pechugas infladas al extremo de lo grotesco de las mujeres o madrinas de cada selección. En Chile se nota que tienen pega en las discos de Buín o Copiapó, ya que ninguna se fue a meter a Mendoza, curioso (Habla bien de nuestra economía diría nuestro presidente, por decir algo, ya sabemos como es: Le gusta hablar).

Destacaron pincipalmente un par de Peruanas de corte burdel calameño y las musas Paraguayas que de tanto en tanto cautivan hasta al más mojigato de los hombres de la zona oriente santiaguina. ¿Qué tienen estás mujeres? Mucha silicona. Y si bien, nosotros aplaudimos los retoques, a veces son un tanto exagerados, pero qué más da, es lo que hay y entre el fútbol que hemos visto y ese par de montículos, los hombres sabemos lo que preferimos. Ya lo hemos dicho, a falta de pan, buenas son las tortas, y en este caso, las paraguayas han salvado a la copa, han sido la torta de una pasteleria muy poco glamorosa.

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